Expansión de Horizontes — James A. Long

Herencia y Medio Ambiente

Pregunta — Según entiendo, la herencia y el medio ambiente son los dos elementos principales de la teoría de la evolución. Si la reencarnación es verdad, ¿cómo concuerda la herencia con ella? Sabemos que se conocen ciertas leyes que demuestran la herencia física y que también el medio ambiente desempeña su papel en el desarrollo de uno mismo. Por otra parte algunas veces nacen genios en familias iletradas, de modo que parece que las reglas no se aplican cuando se ha dejado el plano físico. Cuando se sondea el problema del alma humana, ¿es posible decir que el hombre hereda sus características mentales, emocionales o espirituales de sus padres?

Comentario — No hay que olvidar el otro factor en la evolución, el cual no se puede evadir: el resultado de los pensamientos y actos que hemos sembrado en vidas pasadas. Llegamos a la vida con mucho karma no inesperado, que tiene que buscar una salida en algún tiempo y en alguna parte, en esta Tierra o en un medio ambiente donde aquellas antiguas simientes de carácter puedan encontrar expresión.

Pregunta — Que la ley de causa y efecto gobierna la herencia física ha sido demostrado. Por ejemplo, si un conejo negro y uno blanco se aparean, los científicos pueden decir exactamente qué harán los genes y cromosomas en las diez generaciones siguientes. Y ahora buscan comprobar a través de los genes y cromosomas que uno también hereda las cualidades sicológicas y mentales de sus padres: en efecto, todas las capacidades que uno posee. ¿Pero seguramente este último punto es discutible?

Comentario — Normalmente la Naturaleza sigue una regla general: "Como es abajo, así es arriba; como es lo superior, así es lo inferior," como lo expresa la sentencia hermética. El que no sepamos cómo se aplican las reglas en los planos superiores, no indica necesariamente que esas reglas cambien en principio. Su aplicación en el plano físico puede significar una cosa y otra en el plano mental.

Regresemos un momento para examinar la herencia desde el punto de vista de más de una vida. Nace "A" de ciertos padres. En lo físico, él tendrá ciertas características que tienen también sus padres o su familia. Pero ¿por qué ha nacido "A" en esa familia y no en otra? ¿Por casualidad? No: "A" nace de los padres en el tiempo y lugar bajo las específicas circunstancias que entonces prevalecen, las cuales ensamblan exactamente con el karma del elemento reencarnante que busca un nacimiento. A mi juicio, es imposible que nazca un niño sin que haya una fuerte atracción o corriente, de amor o de odio, obligando a esa alma a venir hacia sus padres.

Se podría por consiguiente decir que "A" hereda de su propio pasado las mismas cualidades que sus padres parecen proveer por medio de los elementos físicos, los genes y cromosomas etc. Pero esto no explica el porqué, a menos de que se entienda el papel que desempeña el elemento reencarnante en su nacimiento a través de esos padres.

Las reglas no cambian en ninguna parte de la escala, de lo físico hacia arriba o viceversa; sólo parecen cambiar porque la ciencia puede catalogar sus observaciones en el plano material y llegar a ciertas deducciones de ello, mas no es competente para catalogar los aspectos sutiles de la mente y el alma.

Pregunta — ¿Quiere usted decir, entonces, que aunque uno puede escoger a sus padres los cuales le pueden dar lo que es semejante a sus propias características, en realidad uno se hereda a sí mimo?

Comentario — Sí, eso es exactamente lo que yo creo: cada uno hereda de sí mismo su propio pasado. Por consiguiente, seamos conscientes de ello o no, nosotros "escogimos" a nuestros padres a causa de la similitud de características o porque éstos son diametralmente lo contrario de lo que somos. Tanto el odio como el amor es magnético en su poder de atracción, y eso explica por qué algunas veces nace un niño de padres donde hay una fuerte antipatía entre el niño y uno o de ambos padres.

Pregunta — Como yo lo entiendo, nuestra alma, ¿es lo que nosotros hemos hecho de nosotros mismos en el pasado?

Comentario — Es una porción de lo que hemos hecho de nosotros mismos en el pasado.

Pregunta — Sí; ¿entonces cuando morimos podemos decir que nuestra alma entra en una especie de reposo, se retira dentro de sí misma tanto como una planta en una semilla? Estoy procurando relacionar el alma o parte mental nuestra, con el cuerpo físico que empieza en la vida como una semilla y tiene sus genes y cromosomas.

Comentario — Entiendo, y en eso tiene usted un punto de vista excelente. Me recuerda la historia de los Upanishads en que un viejo sabio está hablando a su discípulo acerca del espíritu interior. El sabio le pide que traiga una fruta de una higuera grande. "Ábrela, y dime lo que ves." "Sólo veo estas muy finas semillas" responde el joven. "Pues abre una de las semillas y dime lo que ves." "No veo nada," fue la respuesta. Entonces el sabio señaló que esta "nada" es "el Verdadero Yo," la imperceptible esencia que origina la fruta del árbol, y toda cosa manifestada venida a la existencia; y que todo lo demás, el cuerpo de la fruta, la cáscara, la pulpa etc., consisten meramente en las formas tomadas por el Yo.

Esto, creo yo, es la clave de una comprensión más amplia del misterioso y oculto sostén de la continuidad de la vida. Cada cual, como la higuera, es el resultado directo de la actividad de ese espíritu morador. Llámesele como se quiera, el Padre interior, el Ángel de la Guarda, la esencia monádica de la existencia o ese algo ignoto que da la norma aun a la molécula DNA (Ácido desoxirribonucleico); es un hecho de que faltando este centro sutil de nuestro ser, nosotros flotaríamos a la deriva, sin identificación, sin continuidad, sin vida.

Pregunta — ¿En tal caso diría usted que el alma del higo o del hombre verdaderamente entra en una "nada" cuando muere, si entendemos por "nada" una etapa inmanifestada o durmiente? Si son los genes y cromosomas la expresión de la semilla del cuerpo físico, ¿puede ser que haya una semilla espiritual que se esté expresando como nuestra personalidad o ego humano? Me parece a mí que ello ha de ser consistente a través de todo.

Comentario — Es consistente en principio, aunque no siempre podamos verlo efectuándose de tal manera. Después de quitar la pulpa y la cáscara y aun la semilla, ¿qué hay? Nada, una nada. Pero sabemos que hay algo, una "esencia sutil," como la llama el Upanishad; debe ser o no tendríamos la fruta, la higuera o el hombre. Pues, ¿qué es, entonces? Es el conocimiento, la conciencia o la esencia-simiente, si se quiere. Así es que cuando morimos, puede decirse que el alma de un ser humano vuelve otra vez a ser un conocimiento-semilla. Cierto es que no es de ninguna naturaleza material; no es posible de ninguna manera asociar la materia física con todo ello.

Pregunta — Usted dice ninguna "naturaleza material." ¿Quiere usted decir eso literalmente? Yo siempre he pensado que, si usted va lo suficientemente lejos, la materia entraría en el espíritu, y el espíritu en la materia; ¿ o es esto solamente una cosa relativa?

Comentario — Hablando otra vez en principio, materia y espíritu son uno, dos caras de la misma moneda, porque la materia reducida a sus elementos es espíritu, y el espíritu en manifestación es materia. Pero eso no quiere decir que no debemos diferenciar entre lo que es espiritual y lo que es material. Para volver al conocimiento-semilla, ya sea de una planta o de un hombre; cuando quiere manifestarse esa semilla adquiere materiales de varias gradaciones o niveles para que pueda expresarse. Pero en su "nada" o en su esencia-simiente ella es conciencia, espíritu, en varios grados de densidad. Por supuesto, no se puede decir que la conciencia es nada, pues la conciencia es la parte fundamental más vital y viviente; en realidad la esencia-simiente de la Divinidad, parece una nada sólo cuando se le juzga desde el punto de vista material. Pero no vayamos tan lejos del asunto.

Pregunta — ¿Dónde empieza la herencia paternal, y dónde salen y entran otros factores?

Pregunta — ¿Es posible relacionar esto con los aspectos mentales y emocionales? Hace poco tiempo se dijo que los padres proveen el vehículo físico. Ahora bien, supongamos que los padres tienen características emocionales o mentales que propenderían a dar lugar a un resultado determinado, digamos un genio o un idiota o a un carácter estable o a uno inestable. ¿Es posible decir que el niño escoge a sus padres, no solamente para un cuerpo físico, sino también para las capacidades emocionales, mentales y sicológicas que convienen a su karma?

Comentario — Hablando en general, usted tiene razón; pero hemos siempre de tener en cuenta que, en el género humano, los elementos de libre albedrío y el nivel más alto de conciencia funcionan por encima de la transmisión física de genes y cromosomas. Ni debemos perder de vista el hecho de que en cualquier existencia particular queda fuera de toda posibilidad enfrentar la totalidad de nuestras responsabilidades kármicas. Sólo podemos resolver una pequeña parte de ellas en el espacio normal de una vida.

Tiene poca importancia la raza o familia o pueblo en que nazca un niño. Cuando despierta de nuevo la sed por la vida en la conciencia del futuro niño, entonces empiezan los impulsos interiores a moverse, a despertar de su descanso, y a empujar al alma fuera de su mundo-paraíso hacia otra experiencia en la Tierra. La esencia-simiente, la consciencia espiritual y mental superior, atraen por medio del Karma a los elementos sicológicos y físicos que son necesarios para cumplir el tipo específico de la responsabilidad en la nueva vida.

Pregunta — ¿En otras palabras, está el alma atraída a aquellos padres de los cuales puede heredar los rasgos necesarios, físicos, emocionales y mentales?

Comentario — No me gusta emplear la palabra herencia como se le emplea científicamente en la actualidad. Es demasiado restrictiva. Más bien digamos que el alma está atraída a aquellos padres que pueden funcionar o que funcionarán como el medio de proveer el vehículo y el medio ambiente. Ellos no

proveen en realidad el vehículo, sino que son los medios por los cuales pueden manifestarse lo físico e incluso hasta los aspectos de lo mental superior y lo espiritual. La realidad es que usted se "hereda" a sí mismo, porque usted es el mismo ser desde el fondo de las largas edades anteriores de experiencia.

Consideremos el misterio de la unión de dos células infinitesimales en la concepción. Se emiten del padre miles de células; pero una, no más que una de las otras innumerables, se une con una célula de la madre, y empieza aquel proceso maravilloso de crecimiento embrionario. Los padres no forman el embrión; ni lo hacen crecer. El misterio del crecimiento ocurre porque el alma-esencia del futuro niño, la "nada" que hace un higo llegar a ser un higo, guía el crecimiento del feto desde la concepción hasta que hayan sido atraídos suficientemente estos átomos vitales que anteriormente, en edades pasadas fueron suyos. Ahora bien, esos átomos-vitales son de él; los padres no los proveen. Éstos son únicamente el medio a través del cual se atraen aquellos átomos-vitales hacia esa combinación de elementos que van a manifestarse como un ser humano al nacer en esta Tierra.

Pregunta — ¿Qué quiere usted decir por "átomos-vitales"?

Comentario — Exactamente lo que ese término significa, el principio vital o esencia vivificante dentro de las partículas atómicas que existen en cada plano.

Pregunta — ¿Qué diremos de la transmisión de características que obviamente son transmitidas de generación a generación?

Comentario — Todo lo que percibimos como herencia no es nada más ni menos que el proceso de un ego humano reincorporándose y trayendo a la existencia, en cualquier curso de la vida, a través del canal de padres simpatizantes con éste, algunas de sus características. Los diversos niños en una familia grande, por ejemplo, son cada uno distinto del otro; sin embargo, todos muestran cualidades comunes al linaje familiar. En otras palabras, el alma encarnante utiliza el karma familiar como su medio de expresión; pero los padres no crean a ese niño, ni física ni mental ni espiritualmente. Lo que ellos proveen es el escenario del medio ambiente. Cada uno de nosotros tiene una reserva grande de energía kármica que en una vida particular tomará tal senda y en otra vida otra senda. Puede ser que para usted o yo fuese menester en la próxima vida una clase de experiencia completamente distinta de la que enfrentamos ahora, para así equilibrar la pauta de la evolución que necesitamos para acercarnos más a la meta, siendo ésta para todos nosotros una cooperación consciente con nuestro Yo Superior.

Pudiéramos resumir y decir que la herencia como se le propone no es nada más que observaciones de una porción del modelo mayor de la vida, que cuando se clasifican por la ciencia se tomaron como leyes en sí, pero que realmente, cuando se les mira desde el punto de vista del individuo, son sólo una pequeña parte de la totalidad.

Hablar de la herencia como si fuera un cuadro completo es como mirar un paisaje magnífico por medio de una pequeña ranura. Aunque la participación de la faceta divina de nuestro ser es poco perceptible, sin embargo es la causa originadora; siendo el ego humano el agente responsable en nuestra etapa actual de evolución. Naturalmente, los científicos se reconcentran en las características físicas que han catalogado con la mayor precisión; pero olvidan que no tendrían existencia alguna esas características físicas y aun mentales y emocionales, si no fuera por el espíritu interior. Es aquélla, la esencia-simiente, la que es responsable por el comienzo de la entera cadena de acción que trae un alma a la vida terrestre.

La vida no continúa sobre la nada o vacío. La vida existe en sí misma, así como la higuera existe por la esencia oculta dentro de su semilla. ¿Y quién puede decir que nosotros, los seres humanos, no seguimos un orden parecido: nacimiento del alma, desarrollo hasta la madurez, muerte, asimilación de nuestras experiencias, descanso y rejuvenecimiento, una sed de vida renovada y, a su tiempo, gestación y renacimiento?, para escoger una vez más la tarea de continuación en que participa toda la Naturaleza.



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