Expansión de Horizontes — James A. Long

Las Tres Columnas de la Tradición Antigua

Pregunta — Desde hace algunos años, las diferentes religiones mundiales están recibiendo más atención en los libros y periódicos populares; y sus doctrinas básicas son frecuentemente perfiladas en comparación con las Escrituras Cristianas. Sin embargo, esto lo encuentro un poco confuso. Es verdaderamente simple ver las similitudes en las éticas de las distintas religiones: la Regla de Oro, la Paternidad de Dios etc.; pero en toda esta oleada de creencias, rituales y leyendas, verdaderamente yo, ya no sé en qué creer.

Comentario — Sería posible reducir su pensamiento a esto: ¿Hay una piedra de toque por medio de la cual podemos comprobar la validez de toda creencia, cualquiera que sea su origen?

Pregunta — Sí. ¿Cómo podemos distinguir lo que es la Verdad, y lo que ésta no es?

Comentario — Este deseo de entender las raíces religiosas de otros es uno de los indicios más alentadores de este siglo; sin embargo, nuestro afán de adoptar cada concepto o ideología sólo porque es distinto al nuestro, plantea un verdadero peligro. En efecto, usted ha indicado exactamente la fuerza y la debilidad del interés actual que se despierta en las creencias de los demás, pues uno de los obstáculos más grandes del progreso consiste en la propensión de aceptar como autoridad a ésta o aquella persona, o a ésta o aquella presentación. Todavía no se ha pronunciado la palabra final, ni en la filosofía ni la religión, y de ninguna manera en la ciencia. Ni se podría decir más, porque no habría oportunidad para el progreso individual. No existe hoy una declaración definitiva sobre la Verdad. Pero esto no quiere decir que ésta no exista, ni que nosotros los seres humanos seamos incapaces de descubrirla.

¿Qué es la Verdad? Es como el horizonte que siempre nos elude, pero que siempre está delante de nosotros. Cuando queremos saber qué hay más allá del horizonte, nos dirigimos por la ruta que nos conduce hacia él. Pero cuando llegamos, el horizonte se ha alejado; y así siempre continuará. Así sucede con respecto a la Verdad: nosotros no llegaremos nunca al "ultimo horizonte," porque siempre habrá horizontes tras horizontes.

Desde que el hombre llegó a ser consciente de sí mismo, ha buscado a aquel Algo que le otorgaría una vislumbre más clara de la realidad. Ya sea que lo llamemos El Grial, la Piedra Filosofal, o el Vellocino de Oro; siempre este anhelo ha mantenido viviente su voluntad de investigar. Es por esto que han perdurado las grandes religiones, unas por miles de años, porque a pesar de las formas que han asumido, bajo de casi cada dogma y ritual está un filón de la Verdad. Mientras más nos acercamos a las raíces de las distintas religiones, más ciertamente percibimos sus elementos comunes.

¿Por qué es esto así? Mientras más penetramos en sus orígenes, más simples y puras son las enseñanzas, y más parecidas son una a la otra. Entre más retrocedamos sondeando la prehistoria, más nos acercamos a ciertos principios espirituales los cuales han sido transmitidos a través de las edades como una tradición sagrada. Hay buenas razones para creer, por consiguiente, que en una época muy primitiva fueron implantadas en la conciencia de la humanidad infantil grandes Ideas, las cuales más tarde fueron diseminadas universalmente en todos los pueblos de la Tierra. Pero han sido tan tergiversadas las interpretaciones referentes a credos religiosos que es difícil descubrir la tradición antigua original. Sin embargo, cada gran religión ha sacado de ella ambas cosas: contenido e inspiración. Era también el fundamento de la docencia y disciplina de las Escuelas de Misterios de Grecia, del Asia Menor, Egipto y la India. Asimismo se le ha denominado la religión-sabiduría de la antiguedad.

Pregunta — ¿Para descubrir la unidad de todas estas religiones, no habríamos de emprender un tremendo esfuerzo de estudio e investigación?

Comentario — No necesariamente. Aunque los principios de esta tradición parezcan bastante recónditos y al borde de una filosofía elevada, sin embargo, cuando les analizamos descubrimos que están muy relacionados con nuestra experiencia diaria, y por consiguiente enteramente comprensibles.

¿Quién entre nosotros, por ejemplo, no ha reflexionado acerca del misterio de Dios, y cómo puede penetrar su influencia por todas partes simultáneamente? Cuando miramos hacia arriba a las estrellas y vemos la Vía Láctea con sus regiones negras y sus agrupaciones refulgentes, ¿no es éste el más grande de los misterios? Nuestros científicos, a medida de que descubren más y más universos parecidos al nuestro, están extendiendo el espacio a mayor distancia hacia el infinito. Entonces llega la pregunta inevitable: ¿Qué es el Espacio? Y la respuesta es: sin principio ni fin. Luego cuando consideramos lo que llaman los científicos las novae, así como las protoestrellas, describen a estrellas que al parecer desaparecen, y a la nueva materia estelar que está formando estrellas; al considerar esto, no podemos menos que comprender que existe un ritmo y un movimiento eterno en todas partes.

Dejadme ahora hacer una reseña simple de los tres postulados fundamentales presentados por H. P. Blavatsky en La Doctrina Secreta, y sobre los que descansa la theosophia o religión-sabiduría antigua. El primero es:

Que detrás de todo, el universo, hay un Incognoscible, el vasto abismo del Espacio, la Realidad. Imposible de describir; lo llamamos simplemente Infinidad, sin principio ni fin, porque no tiene atributos ni cualidades finitas. Se le ha dado varios nombres en un esfuerzo por describir lo Ilimitado; pero el ser humano no puede definir lo Indefinible. Los escritores del Viejo Testamento hablaron de ello como "sin forma y vacío," y como la "Obscuridad sobre la faz de las profundidades." Los budistas también lo llamaron el Vacío o Vacuidad, pues nada todavía había tomado forma. En los Eddas de Islandia, los antiguos bardos escandinavos lo llamaron la "Brecha Abierta" (Yawning Gap); mientras que en el Zohar los Cabalistas emplearon eltérmino Ein Soph, que quiere decir "sin limites" o el "Ilimitado."

De esta aparente Nada, que no era una nada sino un todo en estado latente, vibrante con vitalidad expectante, la semilla-esencia de la Divinidad. Sigue el segundo postulado:

Que la moción, el ritmo, o el surgimiento periódico de un Universo de la Ilimitada Obscuridad hacia la Luz, es la acción de la Deidad mientras estalla en una manifestación; esta es una palabra que significa un período de actividad en contraste con el estado de pasividad en que había estado durante su período de reposo. Como dice una estrofa antigua: como el flujo y el reflujo de las mareas, universos innumerables llamados "chispas de la Eternidad" vienen y van, aparecen y desaparecen, con todo lo que en ellos está. Conocemos esta ley de periodicidad, pues se le ve en el ritmo de los ciclos de la Naturaleza, en la alternación del día y de la noche, del nacimiento y la muerte, el despertar y el dormir, la luna creciente y menguante, y el ciclo de las cuatro estaciones.

Pregunta — ¿Entonces estamos nosotros, como seres humanos, sujetos a esta ley de flujo y reflujo? ¿En dónde entra nuestro libre albedrío? Parece que tenemos que salir de la Obscuridad a la vida activa cuando nace un universo; y si esto es verdad, ¿cómo concuerda nuestro desenvolvimiento individual con este gran proceso?

Comentario — Afortunadamente todos estamos sujetos, por las leyes de la Naturaleza, en lo que respecta a nuestro desenvolvimiento y progreso en general. Siendo una parte del Todo, naturalmente tenemos que ajustarnos a la pauta de ese Todo; aunque es nuestra responsabilidad la manera en que entretejamos nuestro modelo individual con el modelo más grande. Pero antes de continuar dejadme reseñar brevemente el tercer postulado, porque toca los mismos puntos que usted acaba de mencionar.

Siguiendo el primero y el segundo postulado, de la Obscuridad sobre la faz de las profundidades, y el estallido a la Luz de universos por venir, el tercer postulado afirma "la identidad fundamental de todas las almas con el Alma Superior Universal," según los términos empleados por Emerson. Sencillamente esto quiere decir que cada aspecto de un universo, desde las galaxias hasta el hombre y a través de los reinos más bajos, es idéntico en esencia con Dios o la Inteligencia Divina Universal.

Pregunta — ¿Usted quiere decir que somos idénticos porque todos formamos parte en Dios?

Comentario — Idénticos en esencia sí, pero no en expresión, porque todos somos chispas divinas individuales de la Inteligencia Una. Pero hay más en este tercer postulado:

Cuando se manifiesta el universo fuera de su estado latente, fuera de la Obscuridad, éste y todas las semillas potenciales de vitalidad que hay dentro de aquél, sienten la fuerza impulsora para iniciar otro ciclo de desenvolvimiento. Por consiguiente, cada entidad, por la propia fuerza del impulso evolutivo, ha de pasar por cada fase de experiencia, incluyendo formas minerales, vegetales y animales hasta llegar al reino humano. De allí en adelante, estas chispas divinas por medio de sus propios esfuerzos tienen que desenvolver su divinidad esencial, para así con el tiempo, merecer el derecho de llegar a ser dioses verdaderamente conscientes de sí mismos.

Es un peregrinaje largo, a veces denominado el "Ciclo de la Necesidad," porque esto sugiere que el proceso completo de la evolución comprende la necesidad de crecer, de evolucionar, de beneficiarse de todo lo que la Naturaleza, en todos sus reinos, puede ofrecer. Como "chispas de la Eternidad" hemos tenido que enriquecer nuestro acopio de experiencias sirviéndonos de cuerpos minerales, vegetales y animales, pero sólo como medios temporales de expresión. Dios no se convierte en piedra o vegetal, pero un aspecto Divino es centro focal de cada piedra o vegetal o animal. Lo mismo que no podemos decir que nuestro Dios interior es un ser humano, puesto que sólo se sirve de nuestro vehículo humano como su modo actual de expresarse; asimismo, no podemos decir que nosotros como

seres humanos fuimos minerales, plantas vegetales o animales. Es de la mayor importancia hacer esta distinción.

Pregunta — Yo pude entenderle en su mayor parte, pero sería provechoso si usted pudiera hacer un resumen.

Comentario — Este cuadro en su totalidad es tan vasto y, aunque los principios son simples en sus elementos, sus ramificaciones pueden hacerse sumamente complejas. Permitidme repetirlo.

Primero, existe el gran Vacío, la Obscuridad sobre las profundidades, antes de la "creación" del Cielo y la Tierra, sólo la Infinidad, ilimitada, sin fronteras, el Espacio, El Incognoscible, sin atributos ni cualidades. Segundo, como la exhalación de un Gran Aliento, la Divinidad se mueve, el "espíritu de Dios" se mueve en la faz de las aguas, y un universo viene a la existencia. Tercero, todas las gradaciones de entidades vivientes dentro del campo circundado por un universo, de la estrella más lejana hasta el átomo más humilde, son expresiones particulares de la Deidad; y por consiguiente cada faceta de ese universo, llevando el sello de la Deidad, tiene entonces no sólo la oportunidad, sino el deber de llegar con el tiempo a ser conscientemente deiforme. De modo que cada chispa divina inicia su larga jornada evolutiva a través de todos los reinos de la Naturaleza, y al fin, como un dios desarrollado completamente, en compañía de su universo, termina su período de actividad y se sume en un período de reposo.

Pregunta — Eso es maravilloso. ¿Pero dónde entra Dios en este esquema?

Comentario — Esto depende de su concepto de Dios. Yo supongo que no hay dos que pensemos en Dios exactamente de la misma manera.

Pregunta — Yo no creo en Dios como una persona que posee poder totalitario, capaz de conceder cada deseo. Yo no sé qué pensar de Dios. Es tan difícil expresar estos temas, porque nos han enseñado sin cesar, desde la niñez, a concebir un Dios como un tipo de entidad, y por mucho que el concepto se ensanche, queda todavía más o menos como una persona. Me gusta la idea de que toda cosa es un aspecto de Dios, ¿pero puede usted situar a Dios en relación con todo lo que ha estado diciendo?

Comentario — No debemos forzarnos demasiado en tratar de arreglar sistemáticamente todas estas ideas en la mente; con Dios aquí, Espacio allí, y la materia allá. Esta cuestión de Dios varía tanto en las distintas religiones y filosofías que a veces es difícil trazar una relación entre uno y otro concepto de Dios.

Cada cosa está en Dios, y Dios está en cada cosa; sin embargo, Él no es ninguna cosa. En ninguna parte de las Escrituras Cristianas, si son interpretadas correctamente, encontramos que se mencione a Dios en un sentido limitado, personal. Las Escrituras hablan de Dioses, Elohim, pero no de Dios. Jamás denominaron los escritores del Viejo Testamento a Dios; mencionan alrededor de setenta y siete distintos nombres de Dios, los cuales reconocieron francamente como setenta y siete distintos atributos, pero nunca definían ellos lo que es Dios. Piensan alrededor del tema para sacar la fuerza espiritual de lo que concibieron ser Dios, pero jamás le denominaron. La verdad del asunto es que ellos no quisieron definirlo, porque sabían que nunca podrían aprisionar el espíritu del Ilimitado dentro de la frontera de un nombre.

Otros pueblos siguiendo otras líneas de desenvolvimiento han empleado una terminología distinta. El científico Sir James Jeans, en El Misterioso Universo, uno de sus libros más populares, concibió a Dios como un gran matemático, sugiriendo que toda manifestación era la gran expresión de un gran pensamiento.

Una de nuestras dificultades radica en la mala aplicación de nuestro patrimonio: aunque el Génesis dice específicamente que Dios, el Señor hizo al hombre a Su imagen, hemos invertido esto para asignar a Dios cualidades humanas, ¡solamente dándoles un tamaño más grande!

Huyamos de todos estos conceptos restrictivos, y consideremos a Dios como la Inteligencia Divina que es la raíz y el origen de todo lo que vive y se mueve. En el corazón de un árbol está Dios, pero Dios no es el árbol; en el centro de cada átomo minúsculo de los campos del espacio está Dios, pero Dios no es el átomo. Lo mismo con el hombre. Dios no es un ser humano, pero un ser humano no podría existir si no estuviese arraigado en Dios. Por consiguiente usted y yo, como "aspectos de Dios," porciones de esta Inteligencia Divina, somos verdaderamente parte de Dios, y un día comprenderemos esto de lleno.

Pregunta — ¿Cuál, pues, es la relación entre Dios y lo Incognoscible, o sea el primer postulado que usted también denominaba el Ilimitado?

Comentario — Cuando hablamos del Incognoscible, tenemos que procurar alcanzar con nuestra imaginación al Infinito, una imposibilidad, por supuesto; sin embargo es sólo al hacer esto cuando podemos aproximarnos a una comprensión de qué exactamente es lo Incognoscible. Ello es el Vacío, pero también es, como lo denominaron los antiguos griegos, el Pleroma, la "Plenitud" y eso literalmente, porque está preñada con las semillas de futuros universos.

Pregunta — Antes usted empleó la expresión "vibrante con vitalidad expectante." ¿Es eso lo que quiere decir ahora?

Comentario — Exactamente. ¿Cuál es la relación entre Dios y lo Incognoscible? Podríamos decir que el Ilimitado, el Incognoscible, es Dios en reposo (al menos desde nuestro punto de vista), mientras que en el momento cuando la actividad es concebida y la manifestación comienza, las antes durmientes chispas divinas se llenan de vida. Así, tan pronto como se siente el primer impulso de vitalidad, trillones de estas chispas divinas, como una gran exhalación del Aliento de la Divinidad, irrumpen del estado latente a la actividad, de la Obscuridad a la Luz. Después, todas las varias clases de estas chispas divinas empiezan su emigración evolucionaría, empujadas por la necesidad o Karma mientras pasan por los reinos de la Naturaleza. Una vez llegadas al reino humano, y adquirido el conocimiento de sí mismas, entonces, pausadamente, estas chispas divinas tienen que adelantar en la universidad de la vida y graduarse en ella como dioses.

Pregunta — ¡Parece que tenemos una larguísima jornada delante de nosotros aún antes de empezar a ser deiformes! ¿Cuánto tenemos de libre albedrío o es que estamos obligados a seguir este "Ciclo de la Necesidad?"

Comentario — Claro que tenemos el poder de escoger y la libertad de usar el albedrío, dentro de los amplios límites de la ley universal. Es verdad que ganaron su experiencia casi automáticamente las chispas divinas cuando usaron de cuerpos minerales y más tarde de plantas vegetales y animales, porque eran llevadas por el gran empuje de la corriente de vida hacia adelante. Sin embargo, una vez que se manifestaron en cuerpos humanos, otro factor apareció en el cuadro, el encendimiento de los fuegos de la Mente en la humanidad infantil. Esto es uno de los episodios más hermosos en la historia espiritual del hombre. Cualquiera que sea el nombre que queramos dar a esos "Portadores de Luz," cada escritura mundial ha conservado un conocimiento de su función sagrada, aunque esto ha asumido una significación totalmente falsa como consecuencia de siglos de interpretación limitada y personalizada. Lejos de ser una serpiente del mal, el Ángel Caído o Lucifer fue en verdad un "Portador de Luz," un Prometeo, cuya osadía traía el ascua llameante de los dioses para que al contacto consciente con nuestra chispa divina durmiente trajese al hombre la consciencia de su naturaleza deiforme innata. Este es el verdadero sentido de la historia en el Génesis, donde se puede hallar presentada por completo.

Si no nos acordásemos de nada más, tengamos presente esta única gran idea: que aun el elemento más minúsculo es una expresión de la Inteligencia Divina, una diferenciación de la esencia del Incognoscible, y que a través de los largos ciclos de experiencia se dará a cada dios en esencia la oportunidad de regresar otra vez a su Progenitor, enriquecido por su morada en todos los reinos de la Naturaleza, tanto inferiores al humano como superiores a éste. En un sentido muy verdadero, ésta es la alegoría del Hijo Prodigo, quien, después de múltiples experiencias en las esferas materiales, al fin anhela por las cosas de su Progenitor. Volviendo en aquel tiempo a su Hogar, grande es el regocijo, pues una chispa divina más, ha superado la atracción de la materia y merecido la reunión consciente con su Divinidad perdurable.

Es un cuadro asombroso, y una vez que comprendemos estos tres postulados o fundamentos de la religión-sabiduría nos damos cuenta de que forman de veras una piedra de toque con qué someter a prueba los muchos conceptos antagónicos de los pueblos y sus creencias religiosas.



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