Para Iluminar Mil Lámparas: Una visión teosófica — Grace F. Knoche

Capítulo 11

Psiquismo

Con el despertar espiritual que se está efectuando, existe una urgencia por investigar los niveles más profundos, y normalmente inconscientes, de la psiquis humana. En uno de los extremos del espectro, encontramos pensadores brillantes en cualquier disciplina de investigación quebrando la barrera de la materia, y explorando nuevas dimensiones de la ciencia y de la interacción del alma/mente/cuerpo. Su objetivo es desarrollar un nuevo modelo para el hombre como un ser planetario dentro de un universo reconocido como su hogar nativo. Junto a esto, existe un clamor general de reconocimiento de la tierra como nuestra madre, por una ecología de mente y espíritu y cuerpo, por la aprobación de los planteamientos holísticos para curar, y de la medicina junto al cuidado comprensivo del anciano, el enfermo y el agonizante, como también por los trastornados mental y emocionalmente. En el otro extremo del espectro, proveedores de baratijas bonitas seducen a millares con atractivas ofertas de "una ruta directa al poder esencial", y cosas parecidas, similares y semejantes.

En el medio de la banda se encuentra el rápidamente creciente número de individuos y organizaciones que patrocinan toda clase de retiros, seminarios y talleres sobre prácticas psicofisiológicas: retracción de los sentidos, procedimientos de autorregulación, limpieza de obstrucciones psíquicas, técnicas energizantes, evaluación y control de sueños, manejo de compulsiones y tensiones nerviosas, y resultados de "terapias" que servirán como ayudas experimentales para participar en niveles alternativos de consciencia. Muchos se vuelven confusos e incapaces de reconocer lo que es de valor permanente.

Prevenirse significa prepararse de antemano: mientras permanezcamos atentos y responsables, y analicemos mediante nuestra piedra de toque interna lo verdadero, o lo falso de lo que se nos venga encima, no existe causa cierta para temer. Pero es indispensable que mantengamos las riendas de la decisión en nuestras propias manos, y descubrir por nosotros mismos en qué dirección este, o ese "sendero", o "promesa", o "iniciación", nos está conduciendo: o es hacia la emancipación del alma, o es hacia la vanidad y a la peor confusión de propósitos. Para asegurarnos, en cada frontera existen riesgos, y donde las fronteras se acercan a los planos astrales de nuestra constitución y a la de nuestro globo, mayor es la necesidad de una buena vigilancia. Porque estamos tratando aquí, principalmente, con dimensiones que no son físicas; por lo tanto, medidas mayores de discriminación deben ser adoptadas.

La primera pregunta es determinar con lo que estamos tratando. ¿Qué queremos decir por "astral"? Originado del griego — astron, "estrella" — el término fue usado por los filósofos medievales y del Renacimiento, por alquimistas y hermetistas, simbolizando lo sutil, la substancia invisible que encierra y penetra nuestra tierra física. Paracelsus se refiere a ello como la Luz Sideral, y Éliphas Lévi lo llamó la serpiente, o el dragón, cuyas emanaciones con frecuencia atormentan a la humanidad. Los Upanishads, de la India, usa el término akasa, "radiante", para la substancia luminosa que satura completamente el espacio, el sol y la luna, relámpagos y estrellas, así como también la esencia (atman) del hombre. Los filósofos estoicos tuvieron su quintessence, "quinta esencia", o éter, de donde los cuatro elementos inferiores provienen; y los latinos lo llamaron anima mundi, "alma del mundo", la que concibieron como circundando y vivificando a todos los seres. Para la mayoría de la gente de los tiempos primitivos, los cuerpos celestes, estrellas y planetas, fueron "animales" — seres vivientes llenos del "aliento" (anima, spiritus) de vida. Ellos eran dioses tomando cuerpos estelares y planetarios como sus medios para obtener experiencia, cada uno de ellos teniendo su nous y su psiquis (sus aspectos intelectuales y físicos, su espíritu y su alma). Nunca hubo ningún problema en las mentes de aquellos disciplinados en los Misterios acerca de la interconexión íntima y continua del hombre con la naturaleza.

En la teosofía moderna, el término "astral" se usa para el modelo sutil sobre el cual los cuerpos físicos del hombre y del planeta se auto-constituyen. En nuestros días, la palabra astral es frecuentemente usada por los periódicos de parapsicología, aunque otros términos son igualmente empleados, como estos: energía del cuerpo, bioplasma, y los similares y conexos.

La luz astral, tal y como se identifica a la equivalencia más fina de la tierra en el lenguaje teosófico, varía desde la más densa hasta la más etérea y espiritual; sus niveles más bajos son densos y contienen las heces del pensamiento y de las emociones humanas; sus niveles predominantes se funden con el akasa, a través del cual, los seres superiores pueden comunicarse, a intervalos raros, con quienes comandan sus intereses. H. P. Blavatsky se refiere a la luz astral como "el grandioso museo de bellas artes de la eternidad", porque contiene "un registro exacto de cada hecho, y aun más, de cada pensamiento del hombre, de todo lo que era, es, y por siempre será en el Universo fenomenal."*

*The Secret Doctrine 1:104.

Todo lo que se experimenta deja su sello sobre el aura de la tierra y sobre el nuestro; la luz astral es el depósito, y por lo tanto, el reflector de los pensamientos y aspiraciones más altruistas, así como también, de los impulsos humanos más degradados del sinfín de hombres y mujeres que hayan vivido en nuestro planeta. Existe un intercambio constante: imprimimos la luz astral, y ella, a su vez, nos deja su impresión, es un flujo de doble sentido de energías astrales que circula adentro y a través de la tierra y todos sus reinos. Realmente, somos inundados con corrientes astrales todo el tiempo: nuestros pensamientos son astrales, nuestros sentimientos también lo son. Cuando platicamos en reunión, usamos substancia del pensamiento astral. Cuando internamente estamos en armonía, podemos ser, sin saberlo, el recipiente de intimaciones de verdades y bellezas de parte de nuestro dios interno, o de las gamas superiores de la luz astral (akasa). Por el lado contrario, cuando estamos pesimistas y permitimos que los pensamientos y las emociones negativas hagan incursiones dentro de nuestra consciencia, podríamos estar, inconscientemente, abriéndole la puerta a las influencias astrales inferiores. A menos que estemos al mando de nosotros mismos, a menudo es completamente difícil cerrar esa puerta cuando queremos hacerlo, y todavía es más difícil mantenerla cerrada. Por otra parte, para el indisciplinado e inexperto, las corrientes de la luz astral pueden resultar extremadamente engañosas, y por lo tanto, peligrosas. Penetrar imprudentemente dentro de experimentaciones astrales y psíquicas, ignorante del riesgo envuelto y, lo más importante, sin la protección de un alma completamente inmaculada, es tan temerario como saltar dentro de arena movediza.

A pesar de las advertencias en contra del abuso posible de nuestro poder psicomental latente, manifestaciones psíquicas entre todo tipo de gentes se ha incrementado notablemente en las décadas recientes. Como consecuencia, ha habido, de pronto, un gran aumento de interés en la percepción extrasensorial, en la levitación, la adivinación, el poder del cristal y el piramidal, en la psicocinética, y en toda forma de ocupación activa en el área astral, tanto como para que nos sintamos impulsados a formular estas preguntas: ¿Es prudente obligar, en nuestra presente fase de evolución, tal y como se hace en un invernadero, el cultivo de facultades paranormales cuando todavía somos tan egocéntricos? ¿Estamos lo suficientemente preparados, mediante una pureza interna y dominio propio, para tratar con las fuerzas astrales que, hasta este momento, han sido mantenidas bajo control mediante el cierre protector natural de nuestros sentidos físicos hasta octavas superiores a la escala normal?

¿Y qué de la canalización para con los espíritus, el "talento" de los médiums del cual se habla mucho? Difícilmente podría ser un don, porque para ser un médium para la canalización de mensajes de seres desde el "otro lado", puede parecer que nos sirva bien por un momento; sin embargo, con frecuencia sucede que el receptor, finalmente, se vuelve víctima de fuerzas externas, las cuales superan su control. Los guardas psiquiátricos en hospitales y prisiones, cuentan la historia horrorosa de los muchos millares de víctimas infelices de posesión psíquica. Sin embargo, canalizar es algo que pasa todos los días. Somos, cada uno de nosotros, constantemente el canal, el recipiente de pensamientos y atmósferas que se producen dentro de nosotros mismos, o entre la familia, amigos, vecinos, en nuestra nación, y en la humanidad en general. Es inevitable. ¿No podríamos ser, de vez en cuando, el canal para una inspiración que, normalmente y a pesar de nuestra mente común, oímos, vemos, o sentimos, cuando momentáneamente nos convertimos en un transmisor de luz e inspiración de las alturas akásicas? No hay nada de extraordinario en esto, ha estado ocurriendo por milenios en todo lugar, entre todo tipo de gente. Pero esto tiene poco que ver con el tipo de médiums que capta los titulares.

Por otra parte, ¿Qué de los cometen hechos atroces? Muchos apenas saben por qué, o qué pudo haberlos impulsado a asesinar o a violar. ¿Fueron flaquezas innatas de voluntad las que permitieron el ingreso de fuerzas malévolas provenientes de las áreas inferiores de la luz astral dentro de sus psiquis? En tanto que la naturaleza utiliza todas las cosas para un provecho fundamental, y las revelaciones más comprensivas pueden ser muy bien recibidas a veces, el servir de médium podría desviar de sus propósitos auténticos a muchos buscadores sinceros y, en el peor de los casos, sumergirlos dentro de una vorágine psíquica de confusión y, posiblemente, dentro de una brujería inconsciente.

Podemos tomar una lección de Macbeth: casi inmediatamente, al enterarse por medio de las brujas de Endor, que él sería Thane de Cawdor, se volvió inquieto. ¿Realmente será todo como lo predicen? Al observar a Macbeth en una tensión severa de emoción, oscilando entre codicia y temor, Banquo reflexionó:

Pero todo esto es extraño:
Y muchas veces, para ganarnos para nuestro mal,
Los instrumentos de las tinieblas nos dicen verdades,
Nos ganan con virtuosas pequeñeces, para traicionarnos
En la más profunda consecuencia.
Macbeth, Act I, escene iii

Esto es, precisamente, lo que le sucede a muchos recipientes de "mensajes" desde esos "más allá". Entidades astrales que al principio se canalizaron mediante médiums, muchas veces nos ganan con bagatelas virtuosas, nos otorgan ciertas pequeñas verdades, las cuales nos seducen para después traicionarnos en asuntos de consecuencias trascendentales.

Después, allí están los que se interesan en los "viajes astrales", saliéndose de sus cuerpos para tratar de alcanzar sus atman, o para visitar a otras gentes, otros lugares, planetas, o planes astrales. Muchos creen sinceramente que pueden ayudarle a sus amigos o a sus familiares en esta forma. Para entender el por qué esta no es una vía sabia de obtener fusión con nuestro propio atman, o esencia divina, necesitamos conocer la naturaleza séptupla de la conciencia humana: el divino, el espiritual y el de la mente superior; el de la mente inferior, combinada con el principio del deseo; y el vital, el astral y el físico. La parte mental/deseo del hombre es la que forma nuestro yo personal corriente, y cuando se vuelve iluminada por la intuición y la mente superior, entonces logramos un alma despierta. Alma es un término bastante extenso que se puede usar para muchos aspectos de nuestro ser. Usualmente, los griegos hablaban de nous como la mente superior, la inteligencia superior; y de psyche, hija de nous, como el alma.

Adoptar una postura dogmática, y como consecuencia, condenar todos los fenómenos extranormales así nada más, sería tan imprudente como aprobar todo lo astral o psíquico. Se requiere discernimiento: la sabiduría de todos los tiempos ha demostrado que abrir de par en par la entrada hacia el interior de los dominios astrales es equivalente a abrir una caja de Pandora que contenga energías elementales, tanto benignas como malignas. Hacemos una advertencia en contra de la desviación del propósito altruista, porque en cualquier trato astral, por muy inocente que sea el motivo al principio, el entusiasmo del éxito fácil muy a menudo conduce a la corrosión de los principios morales. La naturaleza humana es siempre susceptible a las atracciones para obtener provecho propio; mientras más disfrazadas estén, mayor es la necesidad por la precaución, para evitar que de improviso germine la semilla del orgullo. La vanidad psíquica, en muchas formas extrañas, constituye la trampa más seductora que ata las aspiraciones en el ámbito personal, en lugar de liberarlas para atender la llamada de nuestra esencia más íntima.

Hay, por supuesto, muchos grados de participaciones psíquicas o astrales. Como fue anotado anteriormente, todo el tiempo usamos facultades que no son físicas: el amor, el odio, y los pensamientos y las emociones de toda clase, son manifestaciones de facultades psíquicas o espirituales. La mayoría de la gente, por otra parte, está naturalmente dotada de telepatía, y experimentan transferencia de pensamientos más frecuentemente de lo que se dan cuenta, especialmente con quienes más se relacionan. Así, tenemos a los sensibles, esos que tienen una especie de sexto sentido, el cual, cuando se manifiesta, sin solicitársele y en una forma completamente natural, es frecuentemente una protección para otros y para ellos mismos. Pero cuando esas facultades son buscadas por vanidad, por egoísmo, o como un escape de la disciplina de las responsabilidades diarias, fácilmente se vuelven un peligro. Aquellos que tienen un "espíritu guía," quienes parlotean de que oyen las "campanillas", o que a través de escritura automática reciben las "enseñanzas más maravillosas", deberían ser cautelosos, ya que lo que "ven" u "oyen" pueda que no sea sabiduría "de lo alto, sino terrenal" (Santiago 3:15); o que sea como la luz de una vela comparada al brillo del sol.

Con el peligro de una simplificación excesiva, permitámonos formular un paralelo entre la suerte del alcohólico y la del adicto psíquico, Antes de que se den cuenta de lo que está pasando, ellos se han vuelto "poseídos" por una fuerza externa a ellos mismos, a la cual se sienten impotentes de controlar. Así como las limaduras de hierro son atraídas por las líneas de fuerza magnética, de la misma forma es atraído cualquiera que le ofrezca una apertura a "los seres elementales"; y en forma similar, los planos más inferiores de lo astral están sujetos a los pensamientos más perversos de la humanidad. Afortunados son aquellos cuya bondad pura les proporciona protección, porque ellos responderán solamente a lo que es semejante a ellos.

Encontramos advertencias en las escrituras budistas en contra del uso incorrecto de nuestras facultades psíquicas. En uno de los textos del Canon Pali*, se reporta un incidente de un comerciante de Rajagaha, quien adquirió un zoquete sándalo e hizo un bello tazón de madera de él. Él desafió a cualquiera que reclamara posesión de iddhi†, "poder, destreza, habilidad", a ir por él en la copa de un bambú muy alto; si lo conseguía, el tazón sería de él.

*Cullavagga, V, 8:1-2, Sacred Books of the East, 20:78-81.
†Expresión en Pali del término sanscrito siddhi. Existen dos clases: la primera, "adopta las energías psíquicas y mentales más bajas y más densas; la otra, . . . impone la instrucción más elevada de las facultades Espirituales." — H. P. Blavatsky, The Voice of the Silence, p. 71

Varios acariciaron la idea, pero no fueron más allá de ello. Finalmente, el venerable monje Bharadvaja se adelantó, y "alzándose en el aire, tomó el tazón, y fue tres veces" alrededor de Rajagaha. Los aldeanos se quedaron extáticos, y empezaron a gritar y a correr detrás del monje. Para averiguar la causa de esta conducta fuera de lo normal, Buda llamó a reunión a los monjes. Cuando Bharadvaja declaró que él, ciertamente, había tomado el tazón mediante el uso de iddhi, Buda le dijo a él en la asamblea de monjes:

Esto es incorrecto, Bharadvaja, no es según las reglas, es inapropiado, indigno de un Samana [anacoreta], es indecoroso, y no se debe hacer. ¿Cómo puedes tú, Bharadvaja, por el amor a un miserable tazón de madera, exponer ante los legos la cualidad sobrehumana de tu facultad milagrosa de Iddhi? — Cullavagga, p. 80

Después de esta reprensión, Buda disertó sobre temas espirituales, y entonces le manifestó a la asamblea de monjes:

Tú no puedes, O Bhikkhus, manifestar ante los legos la facultad sobrehumana de Iddhi. Quien quiera que lo haga, será culpable de un dukkata [una ofensa]. Haz pedazos, O Bhikkhus, ese tazón de madera; y cuando lo hayas convertido en polvo, ofrécelo a los Bhikkhus como perfume para los ungüentos de sus ojos. — Ibid., p. 81

Aun cuando lealmente nos adherimos a la antigua proscripción en contra del uso incorrecto de las facultades paranormales, cuando las paramitas ("las virtudes transcendentales" — vea el cap. 13) se practican con diligencia sobre un período prolongado, profundos cambios internos ocurren, tanto en carácter como dentro de la constitución. El individuo puede descubrir, especialmente en la práctica de dhyana, "meditación, concentración", que ciertos iddhis se activan. Esto no está fuera de lo indicado, con tal que la persona mantenga silencio, equilibrio interno, pureza de motivo, y vigilancia en contra de la vanidad psíquica.

HPB todo esto lo hizo ampliamente claro en el Memorándum y Reglas Preliminares que les envió a los solicitantes que buscaban unirse a la Sección Esotérica recién formada (1888):

el estudiante — salvo en casos excepcionales — no será enseñado a cómo producir fenómenos físicos, como tampoco será permitido ningún poder mágico para que se desarrolle por parte de él; y si ya posee tales facultades en forma natural, tampoco le será permitido que los ejerza antes de que sea capaz de administrar magistral y completamente el conocimiento de su SER,. . . hasta que él tenga en suspenso todas sus pasiones inferiores y a su SER PERSONAL . . .
9. Ningún miembro pretenderá la posesión de poderes psíquicos que no tiene, ni se jactará de aquellos que pueda haber desarrollado. La envidia, los celos y la vanidad son enemigos insidiosos y poderosos que progresan, y se sabe por experiencia cierta que, especialmente entre principiantes, el alarde, o el llamar la atención debido a sus facultades psíquicas, causa casi invariablemente el desarrollo de esas faltas, y las incrementa cuando ya están presentes. Por lo tanto . . .
10. Ningún miembro le dirá a otro, especialmente a un consocio, cuánto él ha progresado, o qué reconocimientos ha recibido, como tampoco, por ningún indicio, provocará que eso sea sabido.
E.S. Instructions III:4-5, pp. 21-2, reimpreso en H. P. Blavatsky, Collected Writings 12:488, 495.

Aunque los fenómenos extra-normales ocurren conforme a ciertas circunstancias, ellos son solamente una expresión externa de una condición más sutil. Afortunadamente la gran mayoría, en tiempos pasados como también en nuestros días, tiene una señal de advertencia innata en contra de invitar a algo de índole psíquico dentro de sus vidas: ya sea por el miedo natural a lo desconocido, o debido a que ya han experimentado ese recorrido en esta vida o en una anterior y lo encontraron que es un callejón sin salida. Con algunos, el comienzo de la hipersensibilidad es espontáneo; con otros, ella es inducida mediante programas de adiestramiento mental, o con drogas. Sin duda, durante esta convergencia de ciclos, cuando la era de Piscis está en su fase final, y la era de Acuario se está convirtiendo en la influencia mundialmente dominante, las manifestaciones psíquicas están incrementándose juntamente con el interés creciente en las facultades latentes y en el cultivo de ellas. Si una persona nace con su naturaleza psíquica más o menos desarrollada, lo deberíamos reconocer por lo que es, pero no exagerar su importancia. Debido en parte a lo tenue de la barrera entre lo físico y lo astral, muchos más, en estos días, incluyendo a los niños más pequeños, están exhibiendo inclinaciones psíquicas.

H. P. Blavatsky previó que la humanidad estaba entrando rápidamente a "un nuevo ciclo (en donde) las latentes facultades psíquicas y ocultas en el hombre, están empezando a germinar y a crecer." Pero, agregó: "Entiendan, de una vez por todas, que no existe nada 'espiritual', o 'divino', en ninguna de esas manifestaciones."* En su cuarta carta a los teósofos americanos, escrita en abril de 1891, poco antes de su muerte, ella les incitó "por esa razón, a vigilar cuidadosamente ese desarrollo, ineludible en su raza y en su período de evolución, a fin de que ese desarrollo pueda, finalmente, trabajar para lo bueno y no para la maldad." Su advertencia es explícita:

*H. P. Blavatsky to the American Conventions: 1888-1891, p. 28.
El psiquismo, con todos sus alicientes y todos sus peligros, está desarrollándose necesariamente entre ustedes, y ustedes deben tener cuidado para que el desarrollo Psíquico no rebase los desarrollos Manásicos [mentales] y Espirituales. Las capacidades psíquicas, cuando están perfectamente sujetas bajo control, examinadas y dirigidas por el principio Manásico, son ayudas valiosas para el desarrollo. Pero si esas capacidades se desmandan; si controlan, en lugar de ser controladas; si se sirven, en lugar de servir, conducen al Estudiante dentro de los engaños más peligrosos y a la certeza de la destrucción moral. — Ibid., p. 35

Sin embargo, es muy notable la diferencia en énfasis entre el interés psíquico actual, con el que se dio durante las décadas del cierre del siglo XIX. En ese tiempo — dejando aparte a quienes, como en todas las edades, son atrapados por el atractivo de los fenómenos — relativamente solo pocas de las mentes más intrépidas fueron atraídas, porque el mundo científico y culto, en la mayor parte, desaprobaron tales hechos. En el siglo XX, particularmente en sus últimas décadas, el potencial de la consciencia humana, específicamente, y en los fenómenos paranormales, en general, ha estado sometido a pruebas controladas. Experimentos en esas áreas y en las afines, están siendo dirigidas por neurocientíficos y por otros, en un esfuerzo por penetrar las capas internas de la consciencia humana. Al mismo tiempo, algunas investigaciones muy peligrosas se llevan a cabo. Solamente tenemos que echar un vistazo a las revistas "metafísicas" actuales para darnos cuenta cuan siniestra es la tendencia de algunas de esas investigaciones, y las prácticas resultantes que se llevan a cabo por todo el mundo.

Afortunadamente, un número de investigadores en ese campo están conscientes de los riesgos innatos, especialmente para aquellos mental y psicológicamente inestables. Algunos de ellos están, hablando en forma franca, fuertemente opuestos a la "programación hipnótica", y previniendo en contra de la contaminación psíquica, a la cual las victimas hipnotizadas se abren por ellas mismas. No podemos enfatizar demasiado en cuanto al riesgo de someterse por sí mismo bajo la voluntad, o dentro del aura, de otra persona. No es recomendable; no es aconsejable. Debemos tener dominio propio todo el tiempo; y permitir, aun inconscientemente, deslizarnos bajo el dominio de otro equivale a debilitar demasiado nuestras facultades innatas para administrar nuestras vidas.

Nosotros, los humanos, estamos aquí con un enorme depósito de fuerzas generadas a través de vidas, las que estamos aprendiendo a dirigir a lo largo de ese sendero del destino, el cual es legítimamente nuestro. Mientras obramos recíprocamente con otros, de ese modo afectamos, hasta cierto grado, el karma de ellos; nadie — ningún dios en el cielo, ningún demonio en el infierno, ningún Maestro o Adepto — tiene el derecho de interferir con la vida interna de cualquier ser humano. Si permitiésemos a otro imponer su voluntad sobre la nuestra, y que allanase el reducto de nuestra personalidad, estaríamos degradando a la humanidad, y prostituyendo el propósito de nuestro ser superior.

La gente joven, especialmente, debería estar consciente de ese riesgo potencial, porque a medida que los años pasen, ellos se encontrarán con más frecuencia con este tipo de intrusión. La guerra física no es suficientemente tan peligrosa como lo es el control de las voluntades y las mentes, lo cual incesantemente está tomando mayores formas sutiles. Algún día, y con optimismo durante este siglo, la guerra en el campo de batalla será una pesadilla del pasado. Sin embargo, necesitaremos mantenernos vigilantes, porque el conflicto estará concentrado, en su parte medular, en los planos mental y psicológicos. Por entonces, así como en la actualidad, habrá necesidad del coraje y de la determinación para rechazar los dardos sublimados que puedan atravesar el tejido interno de nuestro ser.

¿Cómo podemos auto-protegernos en contra de la invasión psíquica? Cierta protección es estar consciente de los riesgos, pero no temer. Si confiamos plenamente en nuestro ser interno más íntimo cuando el miedo, el verdadero miedo, amenace con sujetarnos, sabremos que nada nos puede tocar, ninguna entidad, o cosa, puede hacerle daño a nuestro ser real. "El amor perfecto expulsa al miedo." El amor debe ser genuino, altruista, y sin condición alguna. El orientar consistentemente a nuestra consciencia hacia una dirección desinteresada, con pureza de motivo, es una protección natural.

Más vale mantenernos enterados de los cambios rápidos en el campo de la consciencia a medida que nos internamos en el futuro. Es nuestra obligación entender la naturaleza de nuestra multifacética constitución, desde la física hasta la espiritual, y reconocer la necesidad indispensable, para cada uno de nosotros, de ser el amo de nuestras propias decisiones. Por consolidar, primero, nuestras facultades morales y espirituales, nuestros poderes mentales y psíquicos se desarrollarán proporcionalmente; estaremos en una posición mejor para usarlos sabiamente y para el provecho de todos. La sabiduría de todos los tiempos está personificada en las palabras de Jesús: "Mas buscad primeramente el reino de Dios (del espíritu) . . . y todas estas cosas os serán añadidas."

Actualmente, el desafío para nosotros no es saber cómo es que podemos detener el maremoto de la experimentación psíquica, sino saber cómo es que podemos ayudar a darle la dirección ascensional requerida de modo que "finalmente ella trabaje para el bien y no para la maldad." El futuro no tiene limites fijos, él tiene enormes posibilidades, tanto para progresar como para retroceder. A lo que las generaciones venideras tendrán que enfrentarse, no lo podemos predecir. Sus dilemas y oportunidades bien pueden enfocarse, del mismo modo que actualmente se nos presentan a nosotros, en cómo prepararse interiormente para alcanzar la pureza moral requerida, y la fortaleza de carácter necesaria para enfrentarse al continuado ingreso de las influencias astrales y psíquicas dentro de la atmósfera del pensamiento de nuestro planeta — esas influencias provenientes desde el interior nuestro, desde el de otros, y desde la luz astral de la tierra.

Lo preguntamos nuevamente: ¿Por qué hay tantos interesados en adquirir facultades extra-sensoriales? ¿Qué provecho le puede brindar a alguien? Supongamos que sí aprendemos a leer las mentes, a viajar con nuestro cuerpo astral, a tener capacidad de clarividentes, a predecir el futuro, ¿Algo de valor espiritual se obtendría? Lo más importante, y quizá el único problema es: ¿Cuál es la motivación verdadera de nuestra vida? Si lo podemos contestar honestamente, satisfaciendo al intelecto y a la intuición, pueda que encontremos lo que necesitamos para centrar nuestra inquietud en nuestro espíritu-alma, en donde Yo y Tú formamos un solo ser — no en lo psíquico y lo físico, ciertamente las partes menos permanentes de nuestra constitución.

La construcción del carácter es un desafío continuo: es la transmutación del egoísmo en altruismo, es la transformación del interés personal en derramamiento de compasión — es una alquimia lenta, paciente.



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