El Enigma de la Vida — Nils A. Amnéus

Capítulo IX

Fraternidad

Cuando los hombres no tienen criterio de lo correcto o lo equivocado, lo cual ellos pueden verificar al examinar si su posición se apoya sobre leyes naturales, siempre existe inmoralidad muy difundida, no solamente inmoralidad sexual, sino también inmoralidades política y social, inmoralidades éticas en un sentido general. En tal caso, los hombres no tienen guía en la vida, y la consecuencia será corrupción, engaño, egoísmo, guerras, y todas esas otras cosas de maldad que siempre forman esa comitiva.
Nuestras doctrinas Teosóficas le dan al hombre no solamente una esperanza grandiosa y sublime, sino también principios éticos por los cuales él vivirá, y una grandiosa filosofía, la cual, adecuadamente explica esos principios. Por lo tanto, cuando el mundo esté finalmente inmerso en Teosofía, las guerras automáticamente cesarán; la corrupción en los lugares altos, intermedios y bajos, se convertirá en un recuerdo malísimo del pasado. Esta regeneración, entre otras cosas, es por la cual estamos trabajando. Esta . . . es una de las razones fundamentales para la fundación de la Sociedad Teosófica. — G. de Purucker, The Theosophical Forum, febrero de 1932

Fraternidad — Una Realidad En La Naturaleza

La Fraternidad es una realidad en la Naturaleza, declara la Sabiduría Antigua. Esta afirmación está basada sobre la unidad espiritual interna de toda vida. Toda unidad de vida, o Mónada, es una emanación de la Vida Única Universal, la cual es la causa oculta más allá del universo visible.

Nosotros, los seres humanos, constituimos un grupo de Mónadas, unidas unas a las otras mediante un origen común y un destino también común — peregrinos compañeros con un propósito común. Por lo tanto, la base para la armonía y la cooperación ya existe, y una fraternidad in actu, es la relación natural y normal entre los hombres.

Indicaciones Externas de Unidad

El alcance al cual nuestra unidad espiritual es reconocida, depende de nuestro desarrollo, y difiere enormemente con los diferentes individuos.

La indiferencia hacia el sufrimiento y las penas de los demás demuestra una falta de desarrollo espiritual. Un sentido de unidad, piedad, sentimiento de compañerismo y solidaridad por el que sufre, demuestra una comprensión de la unidad interna. Un testigo de un accidente, aunque no sea físicamente afectado, puede sentirse enfermo, y aún desmayarse, como resultado de este sentimiento de unidad interna con la víctima.

Cuando vemos u oímos de algún hecho heroico, o algún acto de abnegación, de alguna responsabilidad hecha al enfrentarse a una dificultad o peligro, experimentamos un afecto de corazón, y una fe renovada de que existe algo noble o divino en nuestros prójimos. Existe una cuerda en nuestra naturaleza que responde cuando una nota verdadera es tocada por alguien más, ¿Y por qué debería esta cuerda vibrar al unísono con la nota tocada, a menos que exista algo de divinidad en todos los corazones humanos?

La separatividad que sentimos externamente, no es tan completa como puede parecer en la superficie. Cuando abordamos un autobús o un tren, por ejemplo, nuestra custodia está en las manos de quienes manejan esos vehículos. Nuestra vida puede depender en el mecánico que reparó nuestro carro, y cuando estamos viajando en él, nuestra vida está casi tan dependiente del cuidado de otros motoristas, como lo está en el nuestro. Cuando cruzamos un puente, o usamos un elevador, estamos confiando nuestras vidas en quienes los diseñaron y los construyeron. Lo que hacemos, afecta a los demás, y lo que ellos hacen, nos afecta a nosotros. Somos "el Guarda de nuestro Hermano", y él es nuestro "Guarda," y somos responsables, recíprocamente, por nuestros actos.

Encontramos en la Naturaleza que ciertos animales, como las abejas y las hormigas, han desarrollado cierto tipo de conciencia de grupo, porque forman grandes colonias en las cuales ellos cooperan por el bien común. Como resultado, la colonia prospera, y las unidades individuales son capaces de sobrevivir, lo cual no se podría lograr si trabajaran cada una por su cuenta.

Nosotros, los seres humanos, nos encontramos ubicados por la Naturaleza como parte de varias combinaciones, tales como familias, pueblos, naciones, etc. Como miembros de esos grupos, hacemos mucho de nuestro trabajo colectivamente. Reconocemos que somos parte de algo más grandioso que nosotros mismos, y que hay algo para ser ganado, tanto por el individuo, como por el grupo, por tal cooperación.

El cuerpo humano es un ejemplo maravilloso de cooperación entre varias células y órganos, todos trabajando conjuntamente por el beneficio del cuerpo como un todo. Inconscientemente, el hombre copia el método de cooperación de la Naturaleza, como cuando un trabajo público grande tiene que hacerse, y él encuentra que se beneficia de ese modo. Así, él se une a otros para formar lo que él llama una "organización," con alguien como su "cerebro," y varios comités y subordinados para llevar a cabo los detalles, de la misma forma como los órganos del cuerpo ejecutan sus funciones variadas. Cuando nos referimos a nuestra comunidad, o estado, como un todo, y le llamamos "el cuerpo social" o "el cuerpo político," subconscientemente reconocemos una realidad interna.

Cualquiera que sea el objetivo, ya sea religioso, político, científico, comercial o de otra índole, y ya sea que el motivo sea egoísta o altruista, los hombres ponen por obra lo que más pueden llevar a cabo, al actuar colectivamente que haciéndolo individualmente.

No podemos esperar mucha evidencia de unidad en el plano exterior, donde nuestra separatividad es más pronunciada. Sin embargo, como ya lo hemos visto, las indicaciones de que estamos unidos en alguna forma unos con otros, no están faltando completamente. Como quiera que sea, la unidad verdadera de toda vida se encuentra en los planos espirituales de la Naturaleza, y porque el hombre común hasta ahora no se ha vuelto consciente en esos planos, es incapaz de demostrar esa unidad para que pueda ser observada directamente.

Evidencia Indirecta de Unidad

Las indicaciones externas y directas de unidad pueden que no sean suficientes, pero existe abundancia de evidencia indirecta de que no estamos separados, porque vemos el resultado desastroso que sigue cuando los hombres actúan egoístamente y contra las leyes de la armonía.

Esas leyes no pueden romperse impunemente, porque se hacen respetar por ellas mismas. Si vamos a construir una bóveda de piedra, las piedras deben ser labradas y colocadas de acuerdo a las leyes de la mecánica. No existe autoridad externa que nos obligue a obedecer esas leyes, pero si fallamos al hacerlo, la bóveda se nos viene abajo. Tampoco la Naturaleza nos exige a vivir en armonía con nuestros prójimos, pero dejar de hacerlo resulta en el colapso de una sociedad bien organizada, tanto como dejar de obedecer las leyes de la mecánica da como resultado el colapso de la bóveda.

Vemos ejemplos de esto en toda situación, tanto en las pequeñas como en las grandes, en la familia y en la comunidad, nacional e internacionalmente. Egoísmo e indiferencia por los derechos de otros, practicado por algunos individuos, acarrea sufrimiento e infelicidad, e incrementa las cargas sobre otros. Cada año que pasa nuestra unidad se vuelve más y más aparente. Los inventos modernos nos han traído a todos a juntarnos, porque los actos de egoísmo y agresión que anteriormente fueron localizados, y que pasaron inadvertidos afuera en un pequeño círculo, ahora le afecta a toda la raza humana. Si una nación agresora ataca a un vecino más débil en alguna parte remota del mundo, podemos pensar que no tiene que ver con nosotros, pero antes de que la cadena de sucesos que ha sido puesta en acción se detenga, podemos haber sido arrastrados dentro del conflicto, y nos damos cuenta que sí tuvo que ver con nosotros también.

La Piedra de Tropiezo Es el Egoísmo

El ideal de la Fraternidad siempre ha atraído la imaginación del hombre. En sus mejores momentos, él sueña con el Milenio, y algo por dentro le dice que no es una Utopía imposible, sino que algún día se convertirá en una realidad viviente.

Las enseñanzas éticas de las religiones grandiosas también enseñan Fraternidad. En el Sermón de la Montaña, Jesús incita a los hombres a practicar altruismo, perdón, generosidad, a amar al prójimo como a uno mismo, a aplicar la Regla de Oro en la vida de cada día, y así, hacer de la Fraternidad una realidad viviente. Otros Maestros espirituales han enseñado las mismas éticas.

Generalmente es convenido que las enseñanzas sencillas del Sermón de la Montaña, si se tomaran seriamente y se pusieran en práctica, serían suficiente para establecer Fraternidad, y el fracaso del hombre para hacerlo no se ha debido a la falta de enseñanzas éticas sobre el tema.

El altruista y el humanitario sí toman esas enseñanzas seriamente y buscan beneficiar a sus prójimos sin motivos egoístas. Muchos intentos sinceros han sido hechos por religiosos y otros grupos para practicar Fraternidad, y si no fuera por los esfuerzos de esa gente de buena voluntad, este mundo estaría en una condición más pésima que la que ya tiene. Pero aquellos que tratan de practicar Fraternidad se encuentran con muchas dificultades. Ellos tienen que tratar con otros que, por su egoísmo, impiden que esos esfuerzos se materialicen en Fraternidad, al volver inefectivos tales esfuerzos.

Es el egoísta quien causa la disensión y la discordia en el mundo. A él también se le han presentado las enseñanzas éticas de la religión, pero las ha ignorado durante las edades pasadas, y está haciendo lo mismo ahora. A menos que él pueda ser inducido a cambiar su posición egoísta, la Fraternidad no se convertirá en una realidad. Evidentemente, las enseñanzas éticas, tan maravillosas como lo son, no son suficientes para llevar a cabo esto si permanecen solas, volviéndose inefectivas allí donde ellas más se necesitan.

El egoísta siente que el egoísmo ofrece ventajas inmediatas y concretas, mientras que los beneficios que resultan del altruismo son inciertos y que nunca podrían materializarse. Él ve que otros practican egoísmo con resultados aparentemente favorables, y por ello, concluye que el egoísmo "paga" mejor que el altruismo, y que esa es la razón por la que actúa egoístamente.

El egoísmo y el crimen no pueden ser eliminados en tanto el hombre crea que le son lucrativos. A menos que se demuestre que ellos son infructuosos y nocivos para el bienestar del hombre, el egoísmo, la corrupción y el crimen continuarán, se volverán más agravantes, y finalmente destruirán nuestra civilización, como lo han hecho con muchas otras en el pasado.

La eliminación del egoísmo, entonces, depende de eliminar el motivo de lucro escondido detrás de él, y la solución del problema del egoísmo depende de la respuesta a la pregunta: ¿Acaso el egoísmo paga?

¿Nos "Beneficiamos" del Egoísmo?

Si vamos a beneficiarnos del egoísmo, debemos obtener de los demás más de lo que damos a cambio, o mejor dicho: "obtenemos algo a cambio de nada." Debemos ser capaces de cosechar utilidades que no las hemos ganado, y debemos ser capaces de escapar de las consecuencias de nuestros hechos de maldad.

Debemos notar que todos los éxitos obtenidos mediante el egoísmo están basados en la suposición de que podemos recoger utilidades sin sembrarlas antes, y de sembrar maldad sin recoger sus consecuencias, en otras palabras, todo depende de nuestra habilidad para burlar la Ley de Causas y Efectos. Si podemos burlar esa Ley, somos capaces de beneficiarnos del egoísmo. De lo contrario, no puede haber ganancia del egoísmo.

Demostrar que las acciones humanas están gobernadas por la Ley de Causas y Efectos, es demostrar que no existe ganancia del egoísmo, y de aquí, que no existe razón para practicar egoísmo.

Todo aquel que acepta la Ley de Causas y Efectos, debe rechazar el egoísmo como método de obtener ganancias.

Todo aquel que actúa egoístamente, esperando ganar de ese modo, demuestra con su acción que él no cree en la Ley de Causas y Efectos. Él puede alabarla, pero por su acto, él realmente dice: "Estoy seguro que no tendré que sufrir del efecto malvado de mi acción. Puede que realmente no haya ningún efecto, y si lo hay, lo puedo evitar." Un acto de maldad solamente puede basarse en la creencia de que el malhechor puede evitar las consecuencias de su acto, en otras palabras, en su habilidad para desafiar la Ley de Causas y Efectos.

Un Llamado al Egoísta

El egoísta vive en un plano inferior al del altruista. Su conciencia está centrada en su Personalidad; y por lo tanto, está más conocedor de su separatividad física de sus prójimos, que de la unidad espiritual con ellos. El llamado ético de la religión se vuelca sobre su cabeza. Si esperamos cambiar su posición egoísta, debemos tratar de hacerlo en el plano donde él funciona; debemos estimular su interés propio.

La Ley de Causas y Efectos, además de gustarle al altruista, también tiene un atractivo efectivo para el egoísta.

Cuando el egoísta se convenza de que recogerá lo que sembró, él se dará cuenta que cualquier acto que ejecute para el beneficio de alguien más, inevitablemente resultará en un beneficio similar que regresa a él, y que beneficiando a los demás, así también se beneficiará por él mismo.

De igual manera, él se dará cuenta de que cualquier sufrimiento que pueda haber causado, cualquier daño que le pueda haber hecho a otro, también le será devuelto, y de que, por dañar a otro, él también se causa daño a sí mismo. Bajo estas condiciones, es solamente sentido común el practicar Fraternidad, y de evitar dañar a los demás. Hacer lo contrario, es actuar en contra de nuestro propio interés. El conocimiento de que recogeremos lo que sembramos tiene un efecto doble: refrena al egoísmo, y promueve la Fraternidad.

La noción ilógica de que estamos aquí por una sola vida es lo que engaña al hombre para que crea que puede obtener ventajas mediante el egoísmo. Visto a la luz del Karma y la Reencarnación, es aparente que tales ganancias son solamente transitorias e imaginarias. En lugar de ser verdaderas, ellas no son más ventajosas que incurrir en deudas, las que finalmente tienen que ser liquidadas.

La importancia de las doctrinas del Karma y de la Reencarnación en sus efectos sobre la conducta humana, no puede ser sobrestimada, porque sostienen la solución al problema del egoísmo, el más grande de los obstáculos para el progreso humano.

Egoísmo Revertido

Cuando el egoísta se dé cuenta que el altruismo es ventajoso para él, empezará a practicarlo. No podemos esperar que altere todo su carácter de una sola vez, porque sus viejos hábitos y su forma de pensar, son difíciles de cambiar. Su primer intento será hecho con vista hacia los beneficios que espera se deriven desde allí. Su motivo todavía es egoísta, pero la dirección del egoísmo está revertido; ya no daña a otros, los beneficia. Él ha hecho un comienzo en la dirección correcta, lo cual es mejor que no haya empezado, y él no ha almacenado problemas futuros para sí.

Los resultados beneficiosos pueden ser desilusionantes, pero él ha abierto una nueva puerta al mejor lado de su naturaleza. Él tiene la experiencia nueva de hacer felices a otros, y esto le acarrea felicidad a él también.

A medida que avanza gradualmente en su evolución, la experiencia feliz de beneficiar a otros, o de hacer desaparecer todo pensamiento de recompensa o de castigo, será su propia recompensa. Entonces, el altruismo se convertirá en la forma natural de su vida.

La Ética Basada sobre las Leyes de la Naturaleza

En su esfuerzo para determinar la validez o la verdad de una doctrina, el hombre tiene tres métodos por los cuales él puede investigar el tema. Ellos son: la religión, la filosofía y la ciencia, y cada una de ellas revela una fase diferente del tema en consideración. Si la doctrina es cierta, debe tener una explicación que sea satisfactoria desde todos estos tres puntos de vista.

En su aspecto religioso, la doctrina debe satisfacer las intuiciones morales del hombre, sus aspiraciones y anhelos por una vida superior y más noble; debe enseñarle cómo ajustar su vida en armonía con sus prójimos. Pero sólo la religión, sin la filosofía y la ciencia, puede conducir al dogmatismo y a la superstición.

En su aspecto filosófico, la doctrina debe satisfacer el razonamiento y la lógica del hombre. Pero la filosofía, sin religión y ciencia, puede conducir a un intelectualismo frío, estéril y lejano del entendimiento y solidaridad humanos.

En su aspecto científico, la doctrina debe armonizar con hechos y leyes establecidas de la Naturaleza, pero a menos que también satisfaga las aspiraciones religiosas del hombre, su razonamiento y lógica, su presentación es incompleta, y puede conducir al materialismo irresponsable.

"No hay religión superior que la Verdad," dice la Sabiduría Antigua. Y agrega que no puede haber conflicto entre religión verdadera, filosofía cierta y ciencia verídica. Una doctrina que fracase en satisfacer todos los tres métodos de investigación, es errónea o incompleta en su presentación.

Cuando buscamos determinar el por qué las enseñanzas éticas no han tenido una influencia más grande sobre la conducta del hombre de la que tienen, encontramos que ellas han sido presentadas desde el punto de vista religioso solamente. Lo que está faltando es una filosofía que demuestre el por qué el hombre debiera practicar ética, y una ciencia para demostrar que esa filosofía se basa en hechos de la Naturaleza.

Las doctrinas del Karma y la Reencarnación dan la base filosófica en la cual la ética se apoya. Esas doctrinas, a su vez, están basadas sobre la Naturaleza, porque la ciencia ha demostrado que el lado material de la Naturaleza está gobernado por la ley; y el razonamiento y la lógica nos dicen que esta ley debe aplicarse en todas partes del universo.

Si examinamos las enseñanzas éticas, encontramos que si ellas no se refieren a la Ley de Causas y Efectos, ellas se basan en ella. En el Sermón de la Montaña, Jesús les enseña a los hombres que "primero busquen el Reino de Dios y Su Justicia," y entonces, las necesidades del cuerpo serán proveídas. ¿Y qué es "el Reino de Dios y Su Justicia," sino practicar altruismo, generosidad, en breve, vivir de acuerdo a la Regla de Oro? Tales acciones deben tener sus efectos, porque la Naturaleza reaccionará en la misma forma a nuestras acciones, y los efectos son dirigidos de regreso a nosotros. Por lo tanto. Jesús dice efectivamente: Da, y el logro proveerá por él mismo, una declaración que tiene base en la Ley de Causas y Efectos.

Existen muchos viejos aforismos o reglas que pertenecen a la conducta humana, los cuales han sido pasados de generación en generación, porque el hombre siente intuitivamente que son ciertos. Cuando son analizados, se encuentra que ellos también tienen base en el Karma.

"Cuánto más das, cuánto más tienes, esa es la ley del amor," es uno de tales dichos. Lo más que damos, lo más que lo hacemos altruistamente y sin buscar recompensa, lo más Karma bueno que "almacenamos" para nosotros mismos, para ser recogido en el futuro.

"La honestidad es el mejor de los principios". Honestidad y deshonestidad acarrearán sus efectos apropiados, de acuerdo con la Ley de Causas y Efectos. La primera, naturalmente será favorable, mientras que la última será desfavorable; de aquí que la honestidad sea el mejor principio.

Otro aforismo nos dice que: "Es solamente lo que has dado lo que tendrás en tu mano fría cuando mueras." Lo que hemos dado sin recibir recompensa, el Karma se encarga de regresárnoslo en su debido tiempo.

La intuición le dice al hombre que hay verdad en esos viejos dichos, pero su mente razonadora también debe estar convencida de ello, antes de ponerlo por obra.

Resumiendo:

La Religión enseña ética.

La Filosofía demuestra el por qué el hombre debe practicar ética.

La Ciencia demuestra que la ética está basada en las leyes de la Naturaleza.

Tomadas como un todo, ellas nos dan el conocimiento y el entendimiento que se necesitan para hacer de la Fraternidad, una realidad.

La Unidad Es la Causa — La Fraternidad Es el Efecto

Como fue indicado previamente, la base de la Fraternidad es la unidad de toda vida. Cuando esta unidad esté completamente comprendida, la Fraternidad seguirá por impulso propio. Vendrá como la manifestación exterior de una condición que ya existe en los planos internos y espirituales de la Naturaleza.

Es el fracaso del hombre en reconocer esta unidad lo que conduce a toda disensión y discordia en el mundo. En su Naturaleza Superior interna, el hombre siente un vínculo de unión con sus prójimos, y cuando él está bajo la influencia de este sentimiento, él actúa en armonía con ellos. Una gran calamidad de la Naturaleza saca este lado bueno del hombre, y él reconoce de inmediato su obligación de ayudar a aquellos en desgracia.

Pero él todavía no ha evolucionado hasta el punto en donde él pueda reconocer esta unidad, en donde las penas y el sufrimiento toman una forma menos espectacular. Así, él se aísla por sí mismo, al retirarse dentro de la cubierta de la personalidad inferior, y toma refugio en la separatividad que existe allí. Él no se da cuenta que la separatividad en la cual él trata de protegerse a sí mismo, es un engaño causado por el hecho de que su visión está limitada al plano material de la Naturaleza solamente, y fracasa en informarse de la unidad que existe en los planos internos.

Si él tuviera visión interna, él vería que su aislamiento no fue más verdadero que ese de un inquilino de una casa grande de apartamientos, que se acomoda pensando que un incendio en el apartamento de alguien más no es una amenaza para su propia seguridad.

Debemos darnos cuenta que vivimos en "la gran casa de apartamentos de la Naturaleza," y "un incendio en cualquier apartamento, si no es controlado, al final nos afectará a todos los inquilinos. Como naciones, estamos comenzando a aprender que nuestra paz, libertad y prosperidad, dependen de otras naciones que también gozan de esos privilegios; que un ataque sobre una de nuestras naciones hermanas, es un ataque sobre todas, que "el incendio en el apartamento de nuestro vecino, también es nuestro."

A medida que el hombre evoluciona y se torna completamente más conocedor de los vínculos que lo atan a sus prójimos, él ya no puede sentirse indiferente hacia ellos. Su entendimiento de los problemas y penas de ellos, se vuelven tan vivificados, tan intensos, que le parecen como propios de él. No tendría tranquilidad de ánimo, hasta que haya hecho todo lo que esté a su alcance para traer alivio a aquellos que lo necesitan.

Cuando hayamos alcanzado este punto, el "Cuerpo Social" ya no será una mera figura, será una realidad viviente. En tal sociedad, condiciones de barrios bajos y falta de oportunidad para el desamparado y otras injusticias sociales, serían tenidas como enfermedades del Cuerpo Social, y todo lo posible sería hecho para su eliminación, exactamente como un individuo buscaría limpiar y curar una llaga ulcerada, para que no enferme al resto del cuerpo.

Miembros de tal sociedad no competirían entre ellos por ventajas egoístas, sino más bien cooperarían en un esfuerzo para contribuir para el bienestar común. A cambio de la ley de la jungla, "cada cual que rece por su santo," la consigna sería: "cada cual ayude a aquellos menos avanzados que él," y no habría nadie que se quede atrás en la marcha del progreso. Aún el menos importante tiene algo para dar, y el holgazán de hoy podrá, después de vidas de esfuerzos, ser el líder del futuro, y entonces, devolver la ayuda que se le prestó.

La Fraternidad no vendrá como el resultado de cualquier arreglo artificial y sintético impuesto desde fuera, sino que vendrá cuando los hombres lleven a cabo su unidad con sus prójimos. Entonces, ellos actuarán y vivirán como hermanos, lo cual ellos realmente son. Cuando esto ocurra, el Reino de los Cielos ya no será un sueño utópico, sino una realidad viviente "en la tierra como en el Cielo", o en los planos espirituales.

Las Ideas Gobiernan el Mundo

La idea de que el egoísmo es provechoso ha dado como resultado el predominio del egoísmo, pero es evidente que nunca será provechoso, al contrario, siempre será perjudicial. Esta consecuencia eliminará al egoísmo. Pero esta eliminación no vendrá totalmente de una sola vez. La Ley del Karma, en la cual la idea está basada, tendría que ser entendida y asimilada primero. En asuntos como estos, deberíamos de "pensar en siglos," para citar a un Maestro Teosófico, más bien que en años y décadas.

Imaginariamente, adelantémonos un siglo y asumamos que durante esos años, la doctrina del Karma ha sido entendida y asimilada, primero, por los de mentalidad seria y reflexiva, y desde ellos, impartida gradualmente a los demás, hasta que finalmente haya saturado todos los estratos sociales. Entonces será aceptada como un hecho evidente, exactamente como aceptamos ahora la ley de la gravedad, y será enseñada en nuestras iglesias y escuelas.

Los niños que crezcan en tal sociedad, enseñados por sus padres y por todos sus mayores, se empaparían desde sus primeros años de la idea de que ellos son responsables por todos sus actos, y de que ellos, inevitablemente sufrirán por cualquier daño que le puedan causar a los demás.

¿Puede haber alguna duda de que estas ideas producirían una generación de individuos con sus tendencias egoístas grandemente bajo control? ¡Pensemos en la ventaja del efecto controlable que tendría sobre el aspecto negativo del Karma! ¡Pensemos en el sufrimiento y la miseria que la humanidad suprimiría a partir de ello!

Una vez el egoísmo esté dominado, las facultades superiores de la naturaleza humana serían liberadas y empezarían a expresarse por ellas mismas. Agreguémosle a esto la certeza positiva que el Karma nos brinda, al saber que los beneficios que sembremos nos serán retornados como tales. Entonces, ¿Habrá alguna duda de que el resultado será la armonía y la buena voluntad entre los hombres, lo cual constituye el primer paso hacia la Fraternidad?

Respuestas a Algunos de los Enigmas de la Vida

Ahora podemos regresar a las preguntas planteadas al principio de este libro, las cuales forman parte del "Enigma de la Vida," y veamos como son contestadas por las enseñanzas de la Sabiduría Antigua.

Un resumen de esas preguntas está dado a continuación:

¿Por qué hay tanto sufrimiento en el mundo?

Es el resultado de la manera equivocada de pensar del hombre, de su vivir erróneo y de su actuar injusto en el pasado. Es la reacción de la Naturaleza a nuestra falta de autodominio, nuestro egoísmo y al sufrimiento que le hemos causado a los demás. No es impuesto sobre nosotros por ningún poder extraño, o por casualidad; sencillamente lo hemos acarreado sobre nosotros mismos.

Si perseveráramos en una manera correcta de pensar y en un actuar justo, el sufrimiento gradualmente dejará de ser.

¿Por qué hay tanta injusticia?

La injusticia no existe. Las circunstancias en las que nos encontramos, las experiencias a las que nos enfrentamos, las hemos hecho por y para nosotros mismos. Es solamente nuestra creencia en la teoría de una sola vida en la tierra la que nos previene de reconocer la justicia de todo lo que nos pasa.

¿Tenemos libre albedrío o somos títeres del destino?

El hombre tiene libre albedrío o libertad de elección. Su carácter, el cual aparentemente guía su preferencia, ha sido hecho por él mismo. Al cambiar su carácter, él puede cambiar su destino. Su destino es obra de sus propios esfuerzos, el cual no está predestinado por algo que provenga desde fuera de él mismo.

¿Somos responsables por nuestros actos? — ¿Recogeremos lo que hemos sembrado?

El hombre puede actuar libremente con un sentido de derecho o de error. Él puede actuar como él escoja, pero no puede escapar de las consecuencias de su acto. Recogerá lo que ha sembrado, no más, no menos; ni mejor, ni peor.

¿Hay vida después de la muerte?

Sí. La Muerte no es más que un sueño — el Hombre Verdadero todavía vive. Todo lo que fue lo mejor y más amable, es eterno. La edad no es sino una condición del cuerpo — el Alma nunca envejece. La vida del Ego es continua, y existe después de la muerte, así como también él vivió antes de nacer.

El nacer y la muerte son portales a través de los cuales el Ego pasa, a medida que cambia de un estado de conciencia a otro. En la muerte, el Ego se retira de un estado activo de conocer su propia existencia, a un estado pasivo de sueño. Después de un período largo de descanso, el Ego regresa al estado activo de conocer su propia existencia, a través del portal del nacimiento.

La Reencarnación es la llave maestra que resuelve la mayoría de los problemas fastidiosos de la vida.

¿Cuál es el propósito de la vida?

Evolución, crecimiento, extensión de facultades latentes. Un levantamiento de la imperfección hacia la perfección, un avance gradual hacia la unión con el Dios Interno del hombre, con posibilidades infinitas de crecimiento cuando esa unión ha sido consumada — una aproximación siempre más cercana hacia un ideal siempre de avance.

La vida es una escuela en la cual nunca es demasiado tarde para aprender. Lo que es dominado con maestría en una vida, retornará en una forma mucho más fácil en la siguiente reencarnación.

¿Es éste un Universo fortuito, gobernado por fuerzas ciegas,
o existe un plan detrás de él
?

El Universo visible es una personificación de una porción de la Conciencia Universal, la que en este plano se expresa por ella misma mediante una infinita variedad de unidades de vida, o Mónadas, en diferentes etapas de desarrollo. Todas esas Mónadas están, al presente, avanzando en su evolución en los varios Reinos de la Naturaleza. Ellas están lentamente levantándose de estados inferiores de existencia, hacia los superiores; los que están abajo del Hombre, avanzan hacia la etapa humana, y el Hombre está ascendiendo en su evolución hacia la etapa Crística.

En este plan, y de acuerdo a la Sabiduría Antigua:

La Perfección es el objetivo.
La Evolución es el método
La Dualidad provee las herramientas de trabajo.
El Karma es el maestro, y
La Reencarnación provee el tiempo.

La llama divina natural o Rayo de Divinidad, que en el principio emanó de la Vida Universal, tiene que atravesar todas las formas de vida, y después de ganar conocimiento de su propia existencia en el reino humano, se levantará más alto a lo largo del Rayo de Divinidad hasta que se reincorpore a su fuente divina original, donde, todavía reteniendo su identidad como un ser consciente de sí mismo, su conciencia se vuelva universal.

Esto marcará el final de nuestro período evolutivo, pero no el final de la evolución. Las Mónadas que hayan completado exitosamente esta etapa de evolución, entonces ingresarán en un largo período de descanso, después del cual comenzarán un nuevo período de evolución, en un plano todavía mayor, y así continuarán sus ascensos a estados de conciencia más altos y mayores ad infinitum.

Un tema tan vasto como éste, del cual hemos tratado brevemente en este libro, no puede ser cubierto adecuadamente en un espacio tan pequeño. Solamente está presentado aquí como una idea general, con la esperanza de que guiará al investigador a estudiar algunas de las grandes obras sobre Teosofía, tales como The Secret Doctrine de H. P. Blavatsky, The Esoteric Tradition, Man in Evolution ambas de G. de Purucker, y otras obras por los mismos autores. Ellas contienen la información que el hombre necesita para entender la vida, y la parte que él tiene que desempeñar en ella.

Las siguientes citas son de la pluma de H. P. Blavatsky, la fundadora del Movimiento Teosófico moderno:

El punto principal es desarraigar la fuente más fértil de todos los crímenes y de la inmoralidad — la creencia de que es posible para los hombres escapar de las consecuencias de sus propias acciones. Todo junto lo enseñan las más grandes de todas las leyes, Karma y Reencarnación, y además se siente dentro de ellas, la verdadera dignidad de la naturaleza humana. Ellas disuadirán de la maldad y la evitarán por más que un peligro físico lo quiera imponer. — The Key to Theosophy, páginas 243-4

La Edad de Oro de la Fraternidad

Si la Teosofía prevaleciera en la lucha, su filosofía universal impresionará raíces profundas en las mentes y corazones de los hombres; si sus doctrinas de la Reencarnación y el Karma (en otras palabras, de Esperanza y Responsabilidad) encontraran hogar en las vidas de las nuevas generaciones, entonces, ciertamente amanecerá el día de gozo y alegría para todos los que ahora sufren y están marginados. Porque la verdadera Teosofía ES ALTRUISMO, y no podemos repetirlo muy frecuentemente. Es amor fraternal, ayuda mutua, devoción inquebrantable a la Verdad. Si todos los hombres, tan sola una vez, se dieran cuenta que únicamente en esto puede encontrarse el verdadero gozo, y nunca en la riqueza, posesiones, o en cualquier otra gratificación egoísta, entonces, las tinieblas desaparecerán, y una nueva humanidad nacerá sobre la tierra. Entonces, la Edad de Oro estará allí, ciertamente.


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